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¿Qué es lo que causa que los niños estén trabajando en las calles de Lima y no en la escuela?



Es una pregunta que suena compleja pero, en realidad, tiene una respuesta sencilla: el costo de oportunidad de la educación. Todo ser humano tiene una jerarquía de necesidades que deben ser satisfechas en un orden específico. La pirámide de Maslow es la representación más clara de ello: en la base están las necesidades fisiológicas como comer y dormir; luego vienen las de seguridad física, económica, familiar, y similares; siguen las de amor y afiliación; y luego vienen las de reconocimiento, como la confianza, el éxito y el respeto; y finalmente la auto realización  El ser humano suele satisfacer sus necesidades en este orden ya que las que están más cerca a la base son también las más urgentes y las que están ligadas a la supervivencia. 


A pesar de que muchos niños y padres de familia conocen la importancia de la educación para el futuro de sus hijos, prefieren que estén trabajando en las calles porque significa que aportarán dinero para satisfacer las necesidades básicas. En el caso de la pirámide, la educación recién está en el grupo de necesidades de reconocimiento y éxito. Es cierto que la educación estatal es gratuita para los niños, pero también es cierto que para las personas de escasos recursos el costo no es monetario sino de tiempo que podría ser invertido en una actividad inmediatamente productiva. Los beneficios de la escuela recién aparecerán en el largo plazo, pero la vida que estas personas llevan tiene una visión cortoplacista en donde la educación no es la absoluta prioridad.


En el 2007, por ejemplo, un estudio realizado en el Centro Histórico de Lima reveló que un total de 7,000 niños trabajaban en las calles del distrito, de los cuales el 95% se había atrasado tres años en la escuela. Lamentablemente, las políticas y reformas sociales aún son débiles y no han podido lidiar con el problema.




¿Cómo y dónde pasan su tiempo?




Los menores que trabajan en la calle para asistir a sus familias o a sí mismos económicamente suelen pasar el tiempo como vendedores ambulantes de golosinas, verduras o frutas; limpiabotas; artistas ambulantes en autobuses, mercados o semáforos; obreros; o simplemente pidiendo limosna. Muchos de ellos empiezan a trabajar a una edad muy temprana, antes de los 4 años con sus madres en los mercados y a partir de los 5 se movilizan solos o con un grupo de niños en su misma situación.

Para delimitar el "dónde", nos enfocaremos en el distrito de Santiago de Surco porque es el distrito en donde está nuestra universidad y podemos ver su realidad muy de cerca. Surco atrae muchos niños trabajadores porque en mejor situación económica que, en cierta forma, apoyan esta realidad. Sienten pena por los niños y les dan limosna o sencillo. Es una especie de círculo vicioso porque, al final, lo único que pasa es que los niños sigan trabajando al ver que es una actividad económicamente productiva. En este caso, estas personas también serían indirectamente responsables del problema de niños en la calle.

Algunos de los lugares de Santiago de Surco que hemos identificado y en donde podríamos trabajar son la Av. Primavera, especialmente el semáforo con la Av. Velasco Astete, la Av. Buena Vista y la Av. Encalada. Otra zona es el Óvalo Monitor al final de la Av. Javier Prado, y también centros comerciales como el Jocley Plaza y Caminos del Inca. Por último, mencionaremos los semáforos a lo largo de la Av. Benavides. Todos ellos son lugares muy transitados por vehículos y personas ya que significa un público más grande y una posibilidad mayor de recibir dinero. 

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